No es la primera vez que paseo por las playas de Sanlúcar en época de carreras, pero no tiene nada que ver cuando se hace por trabajo.
Es espectacular, ver el otro lado de la línea, el que separa a los caballos en velocidad, de los espectadores, las taquillas de apuestas de los niños y el bullicio que levanta la gente cuando transcurre la carrera.