En mi opinión, «El jardinero fiel» es una joya cinematográfica que no ha perdido un ápice de actualidad. Me ha encantado la historia, que te atrapa desde el primer momento y te mantiene en vilo hasta el final. Las interpretaciones de Ralph Fiennes y Rachel Weisz son sencillamente magistrales, dando vida a unos personajes complejos y llenos de matices. El rodaje en África es espectacular, capturando la belleza y crudeza del continente. Hay una escena en particular que me impactó: cuando vemos al protagonista arreglando plantas en un edificio, encuadrado perfectamente a través de una cristalera. Es un plano limpio, equilibrado y estéticamente impresionante, que además marca un punto de inflexión en la trama. No puedo creer que no hubiera visto esta película antes, es una obra maestra del cine que te hace reflexionar sobre temas importantes y actuales.
Fernando Meirelles como director, Ralph Fiennes como Justin Quayle, Rachel Weisz como Tessa Quayle, Danny Huston como Sandy Woodrow, Bill Nighy como Sir Bernard Pellegrin y Hubert Koundé como Dr. Arnold Bluhm.
Sinopsis: Justin Quayle, un diplomático británico destinado en Kenia, emprende una peligrosa búsqueda de la verdad tras el asesinato de su esposa Tessa, una activista que investigaba las prácticas poco éticas de una poderosa compañía farmacéutica. A medida que profundiza en la investigación, Justin descubre una conspiración que involucra a gobiernos y corporaciones, poniendo en riesgo su propia vida mientras intenta honrar la memoria de su esposa y exponer la corrupción.
Lo más impactante de «El jardinero fiel» es cómo, casi dos décadas después de su estreno, sigue siendo tremendamente relevante. La película expone sin tapujos cómo algunas empresas farmacéuticas aprovechan la vulnerabilidad de poblaciones empobrecidas en África para realizar ensayos clínicos poco éticos. Este tema cobró nueva relevancia durante la pandemia de COVID-19, cuando surgieron controversias sobre el acceso equitativo a vacunas y tratamientos en países en desarrollo.
La crudeza con la que se muestra la realidad africana ha generado diversas reacciones en el público. Muchos valoran que la película visibilice problemas reales que a menudo pasan desapercibidos en Occidente, mientras que otros sienten indignación ante las prácticas inmorales de corporaciones poderosas. Esto ha llevado a intensos debates sobre la ética en la industria farmacéutica y la necesidad de mayor regulación y vigilancia.
Lamentablemente, situaciones similares a las retratadas en la película siguen ocurriendo. Hemos visto controversias sobre ensayos clínicos en países africanos durante la pandemia, debates sobre el acceso a medicamentos contra el VIH/SIDA en África, y denuncias de organizaciones como Médicos Sin Fronteras sobre prácticas cuestionables de algunas farmacéuticas en países en desarrollo.
En definitiva, «El jardinero fiel» no solo es una película magistralmente realizada, con actuaciones sobresalientes y una fotografía impactante, sino que también es una obra que mantiene su poder para conmover e indignar al espectador. Nos invita a reflexionar sobre temas de gran relevancia ética y social, recordándonos que la lucha contra la injusticia y la corrupción es un desafío constante y actual.