Cuando tuvo la confirmación de lo que sospechaba; se le acumularon las sensaciones entremezcladas: incertidumbre, resignación, tristeza, desesperanza, miedo, rabia, y un repentino dolor de estomago casi insoportable. Su mente visiono en un instante el viaje soñado a París, los hijos que deseaba tener, la casa que amaba, y el hombre de su vida que aún no había llegado. Todo convertido en cenizas; por la maldita herencia genética recibida…