«Con permiso, señores, buenas tardes» – el camarero viral que sirvió elegancia y se bebió los prejuicios

La escena es digna de una película de Wes Anderson con acento andaluz. Un joven con traje azul marino, corbata roja y una bandeja firme como sus modales, pasea entre mesas reales o imaginarias, saludando con una frase que suena a manual de urbanidad olvidado:
«Con permiso, señores, buenas tardes».

Podría parecer una broma, un sketch o un homenaje vintage. Pero no: es Cristian Ventura, y no actúa. Él trabaja, sirve, camina… y conquista.

Este camarero de Dos Hermanas (Sevilla), con 27 años y maneras que harían sonrojar a un mayordomo inglés, se ha convertido en un fenómeno viral que ha puesto en jaque a todo un gremio invisibilizado. Porque lo suyo no es un espectáculo: es una lección.


De la barra al helicóptero (literalmente)

Cristian no nació influencer. De hecho, confesó que era «reacio a las redes sociales», esa jungla donde la fama se gana bailando, gritando o vendiendo humo en paquetes de 15 segundos. Él, en cambio, se viralizó sirviendo un gintonic. Ironías del algoritmo.

Un compañero grabó su rutina: movimientos precisos, sonrisa serena, presencia imponente. Como si James Bond hubiera cambiado el martini por una bandeja de gin-tonics y la pistola por una mirada que inspira confianza.

El vídeo superó los tres millones de reproducciones. ¿Por qué? Porque ver a Cristian trabajar es como ver a un equilibrista caminar sobre el fino hilo de la cortesía en tiempos de ruido y prisa. Y sí, porque la elegancia —cuando es real— desarma.

El oficio menos ‘cool’ del mundo… hasta que llegó TikTok

La hostelería, tradicionalmente asociada al esfuerzo invisible, al turno partido, al “me pone otra”, ha sido durante décadas una profesión noble, pero poco glamurosa. Cristian le dio un vuelco al relato.

Como un alquimista con tirantes, convirtió la rutina en ritual, el servicio en arte. Ha servido copas desde caballo hasta helicóptero, demostrando que la sofisticación no es patrimonio exclusivo de los chefs mediáticos ni de los hoteles de cinco estrellas. A veces, se esconde tras una bandeja bien equilibrada y una frase que suena a saludo y a declaración de principios.


El gesto que resume toda una filosofía

«Con permiso, buenas tardes». Parece una fórmula de cortesía, pero en sus labios se convierte en una ideología. Una suerte de manifiesto silencioso en defensa de lo que se está perdiendo: el respeto, el detalle, la profesionalidad.

Como si, en un mundo que corre, él decidiera caminar. Como si, en medio del griterío digital, él optara por la elegancia del susurro. Su éxito es el triunfo de la antítesis: frente al escándalo, la compostura; frente a lo banal, el cuidado; frente a lo inmediato, la paciencia.

¿El próximo paso? Montar su propio restaurante

Ahora, como todo protagonista de una buena historia de superación, Cristian quiere abrir su propio restaurante. No para vender humo, sino para seguir sirviendo realidades con una sonrisa. Porque quien ha transformado una bandeja en escenario, merece también dirigir su propio teatro.

Lo dijo él mismo en una entrevista: “Ahí me di cuenta de que podía compartir mi forma de trabajar y dar a conocer el respeto por este oficio”. Y lo ha hecho con la misma templanza con la que sostiene cada copa: sin temblores, pero con pulso firme.


Quién diría que el gesto más revolucionario de 2024 sería un camarero diciendo “buenas tardes” con traje y orgullo. En un mundo que idolatra lo espontáneo, Cristian Ventura ha hecho viral lo que parecía pasado de moda: el respeto.

Y, entre nosotros, ya era hora.


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