Cuando el arco iris bajó a la calle
Ayer, mientras La Borriquita descendía desde la Plazoleta de Valme hacia Santa María Magdalena, sucedió algo inesperado. Entre los balcones engalanados y la madera labrada del paso, justo cuando parecía que ya no podía haber más estímulos visuales, el cielo decidió participar.